viernes, 11 de mayo de 2012

Las cosas de la Virgen


Con esta frase que dice tanto mi amigo Andrés Cañadas, quiero empezar estas líneas porque "estas son las cosas de la Virgen". Sí. Ni mas ni menos que las cosas de la Virgen, porque uno en algunas ocasiones se da cuenta que no hay explicación alguna para cosas que te ocurren. Muchos os diréis por qué digo esto, pues es muy sencillo. Hace unos días, mientras estaba poniendo en orden el dormitorio, se me resbala de las manos mi medalla de la Hermandad del Rocio de Jerez que sobre mi pecho lleva ya bastantes años. Y se me resbala con tanta mala suerte que, al caer al suelo, esta se rompe justo por donde la simbología del escudo dice que nuestra Hermandad es Real. Casi sin pensar, busco en la web el horario de apertura de la casa de Hermandad para hacerme con una nueva y, aun no se como, aparece la medalla que perdida andaba sin saber donde desde hace muchos años, muchísimos años, y que provocaron que comprara la que se partió.

Esa medalla, la compré la primera vez que fui al Rocio en la Romería, en los tiempos en los que el padre de Juan de Dios Domouso – Pepe – alquilaba un autobús con el que íbamos muchos cofrades y vecinos de las Viñas a la aldea almonteña en la víspera de pentecostés. Y recuerdo perfectamente que estaba con mi amigo Esteban García, hace ahora la friolera fecha de diecinueve años, que serán este año veinte romerías. Ademas, este año será un año aun mas especial porque será la primera peregrinación completa que haga en la edad que tengo. Así que fíjense ustedes. De aquellos años de autobús y bocadillo, con la edad, pasamos a los coches y campings donde algún año nos acogió la Hermandad de las Cabezas para, con el tiempo, pernoctar en las casas de la aldea y empezar a vivir de forma intensa la Romería desde la llegada de la Hermandad Matriz hasta la misa de acción de gracias del Cuerpo de la Guardia Civil.

Como les decía, las cosas de la Virgen. Y será la que lleve en el pecho este año orgulloso de mi tierra cuando salgamos el día 23 de mayo por la mañana desde Santo Domingo, hasta que volvamos de nuevo a casa el ultimo de los días del mes de las flores.

A partir de aquel año, fui aprendiendo que a la Virgen se le quiere y se le reza de muchas maneras y que, a mis dieciséis años, aún me quedaba mucho camino por recorrer y muchos de quienes aprender y sobre todo escuchar. No he vuelto a faltar a la cita de encontrarme con la Virgen cada lunes de pentecostés. Este año, será un año especial por muchos motivos y, como habéis podido leer, tengo desde hace unos días uno mas que añadir a la lista.

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